Vivimos en una sociedad repleta de prejuicios, estereotipos y etiquetas. En ocasiones somos injustamente etiquetados por los demás. Pero hay casos, con demasiada frecuencia, en los que nosotros mismos nos auto-imponemos esa imagen virtual tan desvirtuada.

​

Al despertarnos por la mañana, sin saber por qué y quizás desde cuando, nos enfundamos dentro de un corsé que nos asfixia haciéndonos perder el norte. Esa camisa de fuerza es la consecuencia visible de una causa o problema. La que desgraciadamente nos imprime un carácter por el que somos pre-juzgados cruelmente sin disponer de toda la información.

​